Arquitectura :::: Hospitalizado a los 104 años, el brasileño Óscar Niemeyer sigue indagando en las posibilidades infinitas de la forma.
El Gran Equilibrista
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Artífice de una arquitectura “que no acepta compromisos”, centrada en la belleza y la invención, Niemeyer ha diseñado estructuras imposibles como la del Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi.
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Nacido en 1907 en la festiva Rio de Janeiro, el mismo año en que la modernidad llegaba a la ciudad con el alumbrado público eléctrico, Niemeyer fue el precoz arquitecto que de niño solía dibujar con un dedo figuras inimaginables en el aire. Cuando su madre le preguntaba a qué se dedicaba, a él solo le quedaba responder con toda la gravedad y convicción de sus primeros años: “Estoy dibujando, mamá”. Mucho después, ofrecería esta lección a los calichines del oficio: “La técnica para defender monumentos no es copiar, es hacer contraste”. Y lección de vida para el común de los mortales: “Lo importante, en todos los sentidos, es la libertad; tiene que haber fantasía, tiene que haber una solución diferente, eso es lo importante en la arquitectura; lo que va a quedar de la arquitectura, o quedó, no fueron las pequeñas casas, muy bien cuidadas, fueron las catedrales, los grandes equilibrios”.
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